Sobre la necesidad de una Alfabetización Prospectiva

Pensar el futuro no es solamente un ejercicio de imaginación o de predicción.  En sus primeros tiempos, la reflexión futurista, falta de métodos y de racionalidad, se dejaba llevar por la adivinación y la astrología, como sucedió frecuentemente en Grecia y Roma en la Antiguedad.

En la edad media (desde Campanella a Tomás Moro y Cabet), el pensamiento sobre el futuro tomó la forma intelectual de la construcción de utopías, una versión de la futurología basada en los profundos sentimientos de inquietud ante el presente y la incertidumbre respecto del futuro.

Pero los tiempos han evolucionado, especialmente desde la segunda mitad del siglo XX, cuando se pasó desde la anticipación y la Previsión y desde la Previsión a la Prospectiva.

Principalmente, significa producir ideas que se puedan traducir en acción, comprendiendo el proceso que va desde el pasado al presente y poder proyectarlo hacia el porvenir.

Pensar en términos prospectivos implica ciertamente un profundo y gradual cambio de mentalidad, un cambio cultural que pasa por las aulas y por la educación en técnicas prospectivas, significa incorporar el interés y la preocupación por el futuro, en términos de horizontes que escapen a lo inmediato y lo coyuntural.

Se trata de procurar sistematizar la enseñanza de métodos y técnicas prospectivas, en todos los niveles del proceso educativo.

El futuro se enseña.

En sus distintas vertientes, la prospectiva insiste en la necesidad de transformar la mentalidad, desarrollar la creatividad y la imaginación, como condiciones indispensables para explorar el futuro, comprender sus posibles explicaciones y desarrollar capacidades para la gestión de la incertidumbre.

Por esta razón la prospectiva ha acuñado el término de alfabetización en pensamiento de futuro, para señalar la importancia fundamental de la adquisición de estas destrezas básicas.

Podemos imaginar el formidable impacto en el intelecto y el desarrollo de la capacidad prospectiva de los estudiantes, si se introducen en las mallas curriculares, procedimientos y técnicas pedagógicas que permitan que el estudiante pueda imaginar el o los futuros, a partir de los datos de que dispone de la realidad donde vive y se desarrolla.

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