Magallanes siglo XXI: Ejes del desarrollo futuro de la región de Magallanes

Presentamos el Capítulo II del ensayo: «Magallanes siglo XXI, ejes y tendencias del desarrollo futuro», actualmente en elaboración.

Manuel Luis Rodríguez U.

Punta Arenas – Magallanes, diciembre de 2017.

 

HIPOTESIS

 

Sustentamos la hipótesis que el desarrollo futuro de la región de Magallanes en el horizonte de mediano plazo hacia los siguientes tres decenios, se orientará crecientemente hacia una economía de servicios y una vocación turística, y dependerá crucialmente de las decisiones de política pública y de acción conjunta público-privada en torno a un conjunto de ejes estratégicos: desarrollo humano y calidad de vida, desarrollo energético, infraestructura y conectividad, y educación, ciencia, tecnología e innovación.

 

2.1. Desarrollo humano

Los cambios socio-culturales en curso, el mayor acceso a la información, el empoderamiento de los ciudadanos y de la opinión pública, y la toma de conciencia de las necesidades y demandas de los ciudadanos y las comunidades, generan un clima donde las aspiraciones colectivas e individuales coinciden y se conectan con la búsqueda de un desarrollo humano y sustentable y una calidad de vida digna para todos.

El futuro del desarrollo en las regiones australes deberá estructurarse sobre una base conceptual y político-técnica que ponga el acento en las personas, en las familias, en las comunidades y territorios.

Vivir y prosperar en Magallanes constituye un  privilegio, una ventaja comparativa para las personas y sus familias, en la medida que los actores económicos y los servicios públicos los reconozcan como los primeros protagonistas del crecimiento y el desarrollo.  Se trata de superar por un lado, el economicismo de medir el desarrollo solo sobre la base de indicadores cuantitativos, sino de concebir la vida social y económica de las personas, las familias y las comunidades, como un esfuerzo individual-colectivo, público y privado para superar las desigualdades, expandir los accesos y las oportunidades y poner en manos de los habitantes del territorio las decisiones de política pública y las decisiones corporativas también, que les conciernen.

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Una pregunta central se impone en este ámbito: ¿cuáles son las profundas aspiraciones y demandas de la ciudadanía en Magallanes?

La satisfacción de las necesidades básicas es una aspiración que adquiere una nueva dimensión: las personas y las comunidades reclaman que el “piso mínimo” del desarrollo ([i]) implique derechos sociales garantizados por el Estado y por servicios públicos eficientes y oportunos, y, al mismo tiempo, que los estándares de calidad y pertinencia de los bienes y servicios puestos a disposición de los ciudadanos sean de mejor calidad.

En este contexto, las comunidades, las organizaciones y las personas reclaman un rol más activo y eficaz del Estado y el aparato público para responder a las necesidades y urgencias, una mayor responsabilidad social de las empresas y que el desarrollo alcance a las mayorías y a los territorios en condiciones de igualdad.

A lo largo del tiempo y especialmente durante el siglo XX, en Magallanes la ciudadanía se ha convertido en un actor relevante en la aspiración y demanda por una mejor calidad de vida y por mayores niveles de participación, de descentralización y regionalización y de mayores niveles de atribuciones y facultades para tomar decisiones de política pública en el territorio. ([ii])

¿Cuáles son las aspiraciones que reflejan las necesidades y urgencias de los ciudadanos y de los movimientos sociales en la región de Magallanes?

Una larga historia de aspiraciones democráticas regionales se puede resumir en tres fórmulas: 1º descentralización y mayores poderes de decisión en políticas públicas para las autoridades regionales y locales; 2º mejor calidad de vida para todos los habitantes y especialmente para las comunidades y territorios más aislados y desfavorecidos; y 3º reconocimiento del carácter especial y diferenciado de la vida y la radicación en el territorio, en función de las dificultades geográficas y climáticas y la lejanía.

En consecuencia, el desarrollo humano en la región de Magallanes presenta condiciones de diversidad respecto de otras regiones de Chile, tanto por su ubicación geográfica y clima extremos y su aislamiento relativo, como por las características demográficas y culturales de su población y por la dotación de recursos naturales y fuentes energéticas disponibles en su territorio. ([iii])

2.2. Transición energética

La región de Magallanes, al igual que el país, se enfrentará en los siguientes decenios al desafío de avanzar hacia la incorporación de energías renovables a su matriz energética, generando cambios en la estructura productiva.

En materia energética, la orientación general estratégica de la política pública debiera ser generar las condiciones que permitan impulsar la transición en Magallanes desde una matriz energética basada mayoritariamente en fuentes energéticas no renovables (carbón, petróleo y gas natural), hacia una matriz energética con una creciente incorporación de energías renovables en función de las capacidades y recursos del propio territorio regional.

La región se ha fijado una Hoja de Ruta en materia energética al año 2050.

La futura transición energética debiera avanzar a combinar nuevas fuentes energéticas renovables con autonomía regional energética.

 

2.3. Infraestructura y conectividad

Una de las claves del desarrollo futuro se encuentra en la construcción y desarrollo de infraestructura suficiente para la conectividad y el desarrollo.

Para que la economía regional pueda ampliar su capacidad de inserción en los circuitos mundiales de la producción y el comercio, se requiere de una fuerte inversión en infraestructura vial, portuaria, aeroportuaria y digital, de manera de equiparar las capacidades de conexión de la región y sus ciudades, a las de regiones de países del mundo desarrollado.

En este contexto, la demanda de conectividad de las personas y las comunidades en las zonas alejadas, aisladas y extremas del territorio, se relaciona directamente con la percepción de desigualdad territorial que las afecta.

Si la vocación general del desarrollo regional avanza hacia el turismo y los servicios, la infraestructura y conectividad son cruciales para disminuir el centralismo, impulsar la descentralización y para asegurar los flujos de turistas y la circulación de bienes y personas hacia y desde Magallanes.

En Magallanes un objetivo estratégico del desarrollo es construir y mejorar la infraestructura para la globalización, asegurar la integración del territorio, contribuir eficazmente a mejorar la calidad de vida en las ciudades y en las localidades y, finalmente, hacer del agua un recurso estratégico para el desarrollo humano y sustentable de los habitantes de la región.

A su vez, sabemos que la contribución al crecimiento del capital TIC en América Latina al crecimiento es inferior al promedio mundial en los decenios recientes, lo que refuerza la tesis sobre el impacto positivo de las TICs en el crecimiento económico.

Actualmente en Chile, las Tecnologías de la Información representan el 3,5% del PIB nacional y el 29% de las exportaciones totales de servicios no tradicionales del país; estas son las prestaciones que más han crecido durante los últimos años, multiplicándose por cinco en última década.

Desde la perspectiva del desarrollo regional, las TICs no deben ser vistas como una alternativa a otras actividades relacionadas con el conocimiento sino como complementaria a las mismas, dado que tienen un efecto positivo sobre la productividad y el crecimiento.

Cabe subrayar que no todos las sociedades experimentan los mismos efectos tan positivos, al incorporar TICs en sus matrices productivas ya que dependen de otros factores complementarios vinculados con un sistema de innovación eficiente y con las estructuras productivas existentes, entre otros; y cuya combinación sinérgica les permite aprovechar plenamente esas tecnologías.

Es importante subrayar que la sociedad chilena y la región austral presentan todavía una brecha importante respecto al mundo desarrollado en lo que se refiere a la adopción y adaptación de estas tecnologías, lo que está en estrecha relación con el sistema de innovación del país.

En términos generales América Latina y las regiones de países pueden mejorar su dinamismo tecnológico solamente a través de un aumento de las oportunidades para el emprendimiento y la inversión innovadora, para la investigación y desarrollo científico, que permita el desarrollo de capacidades inherentes a las mismas, el despliegue de instituciones y políticas públicas eficientes en este campo y el reforzamiento de las relaciones y la articulación entre los diferentes agentes de un sistema de promoción de la innovación, asociado al sistema educacional y al sistema productivo.

La región requiere diseñar y formular un plan estratégico de infraestructura para la conectividad marítima, terrestre y aérea para el siguiente decenio, sobre la base del financiamiento de un fondo regional de infraestructura, sobre una base compartida de recursos presupuestarios nacionales y regionales.

 

2.4. El futuro de la CTI y la educación

En el desarrollo futuro de la región de Magallanes, la articulación entre los sistemas educacionales, especialmente aquellos situados en la formación intermedia o secundaria y universitaria, con los sistemas de investigación, innovación y desarrollo científico y tecnológico y con las empresas, serán cruciales para la innovación y para enfrentar los desafíos del crecimiento y la producción de bienes y servicios.

La inversión en infraestructura y la innovación son motores fundamentales del crecimiento y el desarrollo económico a escala regional y local. Con más de la mitad de la población de la región viviendo en ciudades, el transporte masivo y la energía renovable son cada vez más importantes, así como también el crecimiento de nuevas industrias del tercer milenio y de las tecnologías de la información y las comunicaciones.

Los avances tecnológicos también con esenciales para encontrar soluciones permanentes a los desafíos económicos y ambientales, al igual que la oferta de nuevos empleos y la promoción de la eficiencia energética. Otras formas importantes para facilitar el desarrollo sostenible son la promoción de industrias sostenibles y la inversión en investigación e innovación científicas.

El futuro de la CTI en la región de Magallanes se sitúa en un amplio abanico de potencialidades como las biotecnologías y nanotecnologías, la inteligencia artificial y la robótica, la fabricación 3D, la realidad virtual, el internet de las cosas, las tecnologías de Big Data, la educación virtual, la telemedicina, las innovaciones en energía y transporte, las tecnologías digitales aplicadas a la agricultura y la ganadería, la teledetección y las aplicaciones satelitales para información geográfica y ambiental, y los sistemas de alerta para prevenir desastres naturales, entre otras aplicaciones.

A partir de la instalación de la red de fibra óptica austral, las potencialidades de desarrollo informático y virtual en Magallanes se abren y se multiplican.

Si la matriz productiva de la región en el futuro de mediano plazo se centra en el turismo y los servicios, en la minería y la pesca sustentables, en el comercio y en el desarrollo informático, entonces las perspectivas de CTI se debieran orientar hacia el turismo de intereses especiales, hacia las ciencias y los servicios informáticos y el comercio electrónico.

Políticas públicas situadas en la triple dimensión del corto, mediano y largo plazo, fondos basales para financiar programas y proyectos de investigación científica y tecnológica, expansión de la presencia de universidades y centros de estudios superiores en la región, son parte de la batería estratégica necesaria para impulsar la ciencia en la región.

La educación científica y tecnológica deberá ocupar el eje central del curriculum pedagógico, a fin de inducir desde temprana edad la curiosidad por la investigación y la búsqueda del conocimiento.

Se requerirá de una Estrategia regional con recursos, institucionalidad y financiamiento para promover la Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación, en el horizonte de los próximos decenios.

 

NOTAS Y REFERENCIAS

 

[i] El “piso mínimo de desarrollo” es una medida cualitativa cambiante, dinámica, que fija las premisas materiales, económicas, sociales, culturales, tecnológicas y políticas consideradas suficientes por los ciudadanos, para considerar que viven en condiciones dignas y humanas.  Desde esta perspectiva, este estudio se sitúa en la perspectiva del paradigma del “desarrollo humano”.

[ii] La historia de los movimientos sociales y ciudadanos de los magallánicos reclamando mejores condiciones de vida en el territorio, presenta varios hitos y se inició a principios del siglo XX con el reclamo contra la instalación de la Aduana y la demanda de representación parlamentaria propia en el Congreso entre 1910 y 1930, el movimiento por la instalación de la refinería de petróleo en Magallanes a fines de la década de 1940, la demanda por el Puerto Libre en los inicios de la década de 1960, y el movimiento ciudadano contra el alza del gas en 2011.

[iii] No se ha hecho en Magallanes un estudio comparativo de las condiciones y trayectorias de desarrollo entre la región de Magallanes (Chile) y las regiones del hemisferio norte del mundo como Alaska (EEUU), la Laponia finlandesa o el norte de Noruega con sus regiones de Troms y Finnmark.  Las condiciones climáticas extremas y el aislamiento geográfico, sumado a las dificultades de conectividad que caracterizan a la región de Magallanes se asemejan a las de las regiones del Artico.

 

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Magallanes Siglo XXI: un futuro, varios futuros

Un futuro… varios futuros

La prospectiva es una herramienta para pensar el futuro.

Pensar futuro, desde una óptica prospectiva necesariamente supone poner los hechos del pasado, las variables claves del presente y las tendencias profundas hacia el futuro, en una línea secuencial de causalidad, requiere abordar la historia en un continuo devenir, para lo cual es imprescindible un enfoque multidisciplinario.

En la reflexión prospectiva, la historia se conecta con la sociología, la demografía, la economía, la ciencia política, la antropología y el estudio de las tecnologías, entre otras disciplinas, para integrar -bajo una lógica multidisciplinaria- conceptos y categorías de análisis que permitan aprehender la complejidad de la realidad.

El enfoque epistemológico que hemos adoptado en este estudio es la idea de que no existe un solo futuro por delante, lo que significa a su vez, que en este plano de la reflexión sobre el desarrollo futuro, no existen determinismos absolutos e inamovibles, sino que existen siempre varios futuros posibles, varios futuros plausibles y el valor intelectual y socio-político de la reflexión prospectiva reside precisamente en la posibilidad de presentar ese juego de opciones a quienes toman las decisiones.

No es función de la disciplina prospectiva indicar precisamente cuál es el futuro que nos espera, sino poner en evidencia y desplegar las diferentes alternativas, los distintos escenarios que se abren hacia el porvenir, a partir de las tendencias en curso y los hechos portadores de futuro que surgen en el presente.

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¿Optimismo o pesimismo?

 La nutrida literatura futurista a la que hoy tenemos acceso, cuya evolución moderna lleva casi dos siglos desde la ciencia ficción de Julio Verne y H.G. Wells, desde el cine futurista de “Star Trek”, “ET” y “La guerra de las galaxias”, pasando por la investigación prospectiva en la mayoría de las naciones desarrolladas, parece dividirse en torno a dos visiones posibles del futuro o de los futuros.

Por una parte, subyace una perspectiva optimista del futuro, asociada a la capacidad del ser humano y de la humanidad de superar las crisis y los grandes cambios civilizacionales.

Y por otra, observamos un enfoque pesimista que parece condenar el futuro, a una serie de escenarios catastróficos donde las crisis en curso no terminan de resolverse sino que se profundizan y se expanden.

Debe subrayarse sin embargo, que la idea del futuro es una construcción social que involucra numerosos presupuestos implícitos, donde lo que está en juego, es una nueva representación del futuro.   Esto significa que la construcción social de futuros implica la complejidad de la realidad social y por tanto debe abordarse interdisciplinaria y multisectorialmente.

Además, no puede suponerse que es posible investigar y anticipar el futuro sin tener en cuenta las aspiraciones, expectativas e intereses de los agentes que intervienen en el desarrollo, los deseos y los temores de las personas, de las comunidades, de los territorios, de las organizaciones.

Si la planificación del desarrollo es una práctica político-técnica fundamental para impulsar un futuro más o menos a la medida de las expectativas de las personas, la prospectiva no puede ser una herramienta neutral, sino que tiene que ofrecer un balance crítico del pasado y una mirada compleja de los futuros posibles.

El futuro visto desde Magallanes

 No existe tradición de estudios prospectivos en Magallanes.

Sin embargo, disponemos de una interesante bibliografía documental que nos ofrece una imagen policromática de los futuros posibles de la región de Magallanes, pensados por nuestras generaciones antecesoras, por ejemplo, a través de las sucesivas estrategias y programas de desarrollo, a lo menos desde la década de 1940 en adelante.

Los mensajes presidenciales anuales constituyen también una fuente importante de información acerca de la visión presente y futura que han tenido los gobiernos respecto de la región austral de Chile.  El primer mensaje presidencial en la Historia republicana de Chile donde aparece mencionado Magallanes es el del 1º de junio de 1844, cuando el Presidente Manuel Bulnes refiere la toma de posesión del estrecho y el inicio de la colonización del Territorio de Magallanes.

El valor prospectivo de las estrategias regionales y de los planes y programas de desarrollo, reside en el hecho que constituyen –como si fueran cápsulas del tiempo resumidas- una representación de la visión de futuro del desarrollo de la región en un momento histórico determinado, sin perjuicio de la metodología utilizada para su formulación y del significado referencial que han tenido para el diseño de las políticas públicas.

El punto de partida de la planificación del desarrollo del país y de Magallanes se encuentra en la labor de CORFO.

Por sus funciones estratégicas también, la Empresa Nacional del Petróleo produjo sucesivas planificaciones de las exploraciones y explotaciones petroleras en el territorio austral, así también como ENDESA (Empresa Nacional de Electricidad).   Cabe anotar también un Plan de Empastadas y Ganadería en Magallanes, que fue formulado por CORFO en 1962.

La publicación por CORFO de los textos denominados Geografía Económica de Chile, en 4 volúmenes en 1962 abrió la puerta por primera vez a una comprensión integral y futurista de las posibilidades del desarrollo de los distintos territorios del país. El 4º volumen (p. 419) presenta un completo panorama económico y productivo del territorio de Magallanes.

En 1961 CORFO diseñó un Programa Nacional de Desarrollo Económico y creó los Comités provinciales de Desarrollo, como herramientas descentralizadas de planificación, entre las cuales en la provincia de Magallanes. ([i])

Las primeras estrategias de desarrollo regional surgieron en los años sesenta en el marco de la recién creada ODEPLAN (Oficina de Planificación Nacional), dependiente de la Presidencia de la República y de las Intendencias provinciales.

La oficina regional de ODEPLAN, Orplan Magallanes, desarrolló diversos estudios que sirvieron como herramientas de planificación, desde 1967 en adelante y hasta 1973.

Entre 1967 y 1973, además, la Corporación de Magallanes, CORMAG, desarrolló numerosos estudios relativos al desarrollo regional, desde el punto de vista de la proyección de la actividad económica en el territorio. ([ii])

En este período, CORFO, ORPLAN y la Corporación de Magallanes fijaron las grandes orientaciones futuras del desarrollo regional, como aparece en los Mensajes Presidenciales entre 1967 y 1973.

Hacia 1980 el régimen militar dictatorial intentó formular una estrategia decenal de desarrollo en Magallanes.

A partir de 1990, las estrategias de desarrollo han tenido una continuidad más regular, siendo la primera de ellas, el conocido Proyecto Región formulado en 1994, acaso la estrategia de desarrollo que ha contribuido más duraderamente a la toma de decisiones estratégicas sobre el desarrollo regional. ([iii])

 Pensar región desde lo global

Nos preguntamos, cuáles serán los factores determinantes que impulsarán el desarrollo de la región de Magallanes y cuáles podrían ser los escenarios más plausibles de producirse en un horizonte de mediano plazo.

A su vez, debemos reconocer que pensar futuro, plantearse interrogantes acerca de los próximos treinta, cuarenta ó cincuenta años de nuestro devenir como sociedad y como región, es un ejercicio intelectual poco común y que choca flagrantemente con la tradición cultural chilena, centrada en el “aquí y ahora”, adosada todavía al presente y poco inclinada a pensar futuros con la ambición de los grandes horizontes.

Carecemos en Chile de una tradición de pensamiento y reflexión prospectiva.

Con mucha frecuencia, los programas presidenciales de gobierno que aparecen en los períodos de campaña, esbozan una mirada de previsión, de anticipación o de proyección hacia el futuro, pero el corazón conceptual de dichos textos sigue anclado en los “cuatro años venideros” y dibujan algunas líneas de proyección futura a mayor plazo.

La cultura chilena sigue siendo una “cultura del corto plazo”, un marco valórico y de referencias que nos amarra al pasado y al presente y rehuye de los horizontes del porvenir.   En cierto sentido, este estudio va contrario sensu de la cultura cortoplacista que hoy todavía prevalece.

Hay a lo menos cinco tópicos sin embargo, que alteran y cuestionan la lógica cortoplacista en nuestro debate público y académico: el cambio climático, la matriz energética, el cuidado del medio ambiente, cada una de las cuales pone en tensión la necesidad de reflexionar acerca del modelo de desarrollo predominante, y la cuestión del cambio constitucional.

Algunos de estos temas serán abordados aquí con la intención de integrarlos en una reflexión global e interdisciplinaria sobre el desarrollo regional futuro en Magallanes.

Aquí nos situamos en una perspectiva y un horizonte de mediano plazo: nos interrogamos por el desarrollo futuro de la región de Magallanes a fines de la década de 2040, es decir por la evolución regional en los siguientes treinta años.

Magallanes en 2048 será sin duda una región, una sociedad, un territorio que habrán cambiado de fisonomía, si se asume que en esta primera mitad del siglo XXI el cambio es lo permanente y el inmovilismo es la excepción.

En la profunda corriente de los cambios (sociales, materiales, tecnológicos, culturales, políticos) en curso, el futuro de la región más austral de Chile estará marcado por las mutaciones tecnológicas y la modificación de las condiciones de vida, por el ingreso a la modernidad.

En el presente, y a lo menos desde la década de 1950 en adelante, la sociedad magallánica (como parte de la sociedad chilena) se encuentra experimentando un prolongado proceso gradual de transición a la modernidad y en la década de 2040 a 2050, Magallanes habrá dado los pasos más significativos para llegar a ser una región moderna.

(Continuará).

Manuel Luis Rodríguez U.

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[i] CORFO: 20 años de labor.  Corporación de Fomento de la Producción, Santiago, 1960.

[ii] El estudio de las actas del Consejo Ejecutivo de la Corporación de Magallanes, CORMAG, ofrece una imagen prospectiva de gran calidad respecto de la imagen y de la visión futurista que tuvieron sus ejecutivos respecto del futuro del desarrollo de la región de Magallanes. Cif. Actas de Sesiones del Consejo Ejecutivo de la Corporación de Magallanes, Punta Arenas, 1969-1974. Archivo propiedad del autor.

[iii] Intendencia Regional de Magallanes. Potencialidades de desarrollo de la región de Magallanes.  Punta Arenas, 1994. Intendencia Regional, CPC, CORFO, ENAP Magallanes, Fundación Fide XII. 142 p.